Leído el libro, ver la película mantiene el interés para ver la Ciudad Eterna como escenario de la acción (por una vez le damos un descanso a New York).
Quienes conocen un poco la ciudad y especialmente el Ponte Garibaldi sobre el río Tiber, donde se encuentra el pequeño islote sobre el cual está ubicado el hospital "Fate bene fratelli" tenían curiosidad para ver como resolvían cinematograficamente la escena mas dramatice del libro: la explosión de la antimateria en el cielo de Roma y el salto al vacío desde el helicóptero del protagonista Robert Langdon.
Especialmente si se conoce la escasa profundidad de las aguas del Tiber en este punto...
Solución: se cambia el guion y Langdon no sube al helicóptero. Problema resuelto.
Mira tu con que facilidad se amputa una historia, quitando de aquí, poniendo allá, et voilá.
Por suerte, a pesar de las prohibiciones de utilizar algunos de los lugares reales impuestas por la Santa Sede, las reconstrucciones han sido bastante bien conjugadas con las tomas de exteriores de la ciudad.
Seguramente el libro consigue instaurar mucho mejor la atmósfera de desconfianza entre todos los protagonistas, donde cada cual parece estar jugando su partido personal en aras de unos intereses no claramente declarados.
También la credibilidad del resurgir de la amenaza del gran enemigo de la Iglesia Católica Romana, de por si poco conseguida en el libro, queda todavía mas rebajada con agua en la película.
En resumen, se agradece el director el paseo por la ciudad otrora "Caput Mundi", especialmente si consiguió ayudarme a salvar el rato entre el despertar temprano no deseado y el amanecer luminoso tan esperado.
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