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Respondiendo a la pregunta de una amiga que vive las dificultades de la vida con el enfermedad de Parkinson de su pareja, sobre como comportarse delante de la apatía de su compañero de vida, me permití explicarle mi experiencia personal.
Querida amiga, cualquier consejo dado desde fuera resulta difícil de aplicar. Lo único que puedo aportarte es mi experiencia personal. A pesar de las apariencias, ahora soy el reflejo de la sombra de la imagen del que fui. Todo se desdibuja y el día va pasando entre cámara lenta y aceleraciones improvisas. La apatía es la silenciosa compañera que viaja siempre con este Sr. Parkinson. Se cuela sin darte cuenta en tus días y dulcemente, lentamente te va guiando hacia sus reinos placidos y serenos. Con su canto de sirena te atrae hacia su orilla hasta que acabas embarrancando sin darte cuenta siquiera. Sacar el navío de aquellas aguas procelosas es tarea que solo el mismo capitán puede realizar. Puedes enseñarle el camino, animarle a que lo emprenda, saldrá de nuevo a la mar cuando el lo decida. Pero los cantos de las sirenas no cesarán, una y otra vez volverá a embarrancar en las mismas secas. No lo podrá evitar. No lo podrás evitar. Lo importante es que sea capaz de volver a la mar una vez mas y que te tenga a su lado en el puente de mando indicándole, sugiriéndole, el camino.
2 comentarios:
Esa respuesta solo la tiene la persona que se la formula.
Yo dejaria fluir mis sentimietos, dejaría que hablasen ellos, y así actuaría.
besos, je
estoy de acuerdo con esquimedes (en esto y en más cosas)
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