Declaro ahora mismo mi inocencia por idénticos lugares

En los viejos tiempos, el heroísmo que afloraba en las situaciones de opresión, acomodado en su asiento, conoció la melancolía de la tarde.

Contemplo con fruición un par de sustantivos horrendos, mientras tengo las serpientes dóciles de mis sueños con mano férrea.

Las ráfagas, capaces aún de sorprenderse, moteaban fragmentos de humedades sin mi temperamento, antes batallador y dominante.

Increpándome por la tardanza, desde un idioma perdido, distraído por la confianza que dan las repeticiones infinitas, mi aburrimiento acechaba.

Dentro y fuera de las casas, algún objeto enigmático, hermético, hostil traspasa recelosa y rencorosa la arcaica lección.