Las palabras secretas de la vida

Presiento sus caricias heladas al trasluz.

Monstruosos insectos destilan el canto profano de placer y libertad.

Memoria indestructible de este sueño encantada por un hado funesto acaricia de tanta fugacidad exacerbada esa fragmentación de espejos que se mal repiten.

Presiento alguien en su paraíso.

Como si recordar fuera más una conjetura que una presencia y una famosa actriz cuando el cine era mudo quieta entre dos muertes en el folio en blanco de mi cuerpo.

Sus flagrantes palpitaciones de deseo se desprenden de los hábitos pardos de mi memoria como el mástil de una bandera.

Mis gestos dolientes hicieron posible las agujas del despertador.